La vivienda y la falta disponibilidad de viviendas de alquiler son parte de los muchos problemas que afectan al mundo rural y que dificultan su repoblación. A esta falta de vivienda se le ha unido la dificultad para reformarlas: el precio de los materiales ha subido espectacularmente, y el precio de la mano de obra de una reforma, aún más.

En un escenario en el que conseguir ayudas para la rehabilitación es casi imposible, o al menos muy complejo, el aumento de precio de la reforma dificulta en mucho la posibilidad de arreglar vivienda para alquilar, y la oferta de vivienda para alquiler en el mundo rural en general, necesita reformas, porque no está en buen estado.

No se puede culpar a la guerra de Ucrania del aumento de precio de los materiales. Parecería que, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, ha subido desproporcionadamente el precio de todo.

El aumento de la mano de obra responde a la falta de personal cualificado en el mundo de la construcción y a la desaparición de empresas de construcción desde el año 2008 hasta ahora, especialmente los últimos años. Ha habido un repunte en la reforma de viviendas como segunda residencia, fruto de la bonanza económica que vivimos (pese a quien se empeñe en afirmar que estamos en crisis), y ese repunte ha colapsado la escasa oferta de empresas de reformas que había en el mundo rural.

Resultado: la disponibilidad de vivienda de alquiler en el mundo rural ha empeorado, y mucho.